Número 4 – 2017
La vuelta del malón.
Cultura visual y violencia estatal en Argentina.
The return of the malon.
Visual culture and state violence in Argentina.
Marina Gutiérrez De Angelis
Las imágenes de los rostros de dos jóvenes asesinados, recorrieron los medios de comunicación y las redes sociales en Argentina. Han sido reproducidas, apropiadas y distribuidas infinitas veces. En ellas se manifiesta el accionar ilegal de un gobierno que no ha ofrecido respuestas ni juzgado a los culpables, evitando asumir su responsabilidad en los hechos y las políticas que han legitimado la persecución, tortura y asesinato. Las fotografías de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel, por el contrario, han sido objeto de las mas obscenas manipulaciones mediáticas. Las imágenes no son – nunca han sido- simples acompañantes de los sucesos políticos. Muchas han sido protagonistas de complejos procesos así como de actos de violencia. En este artículo planteamos un pequeño ejercicio de análisis de una genealogía visual que hilvana las imágenes del genocidio perpetrado en la Patagonia argentina a finales del siglo XIX con las actuales imágenes de represión y violencia estatal hacia las comunidades Mapuche. Una genealogía que se extiende hacia otros movimientos, grupos y colectivos, construyendo la idea de un Otro como enemigo interno del orden y el Estado. La brutal represión estatal de los días 13, 14 y 18 de diciembre fue un ejemplo de la potencia y vigencia de estas fórmulas de la violencia.
Palabras clave: Cultura visual, Campaña al desierto, genocidio, Mapuche, Represión, Violencia estatal, Argentina.
Abstract
The pictures with the faces of two young people killed, toured the media and social networks in Argentina. They have been reproduced, appropriated and distributed infinitely many times. They manifest the illegal actions of a government that has not offered answers and even less judged the guilty, avoiding taking responsibility for the facts and policies that have legitimized the persecution, torture and murder. The photographs of Santiago Maldonado and Rafael Nahuel, on the other hand, have been the subject of the most obscene media manipulations. Pictures are not – they have never been – simple companions of political events. Many have been protagonists of complex processes as well as acts of violence. In this article we propose a small exercise of analysis of a visual genealogy that links the images of the genocide perpetrated in the Argentine Patagonia at the end of the 19th century with the current images of repression and state violence towards the Mapuche communities. A genealogy that extends to other movements, groups and collectives, building the idea of an Other as an internal enemy of order and the State. The brutal state repression of December 13, 14 and 18 was an example of the power and validity of these formulas of violence
Key Words: Visual Culture, Argentina, 19th century, Mapuche, Violence, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel.
Artículo
Marina Gutiérrez De Angelis
Fecha: Diciembre, 2017.
Cómo citar este artículo:
G. De Angelis, Marina. “La vuelta del malón. Cultura visual y violencia estatal en Argentina”, e-imagen Revista 2.0, Nº 4, Sans Soleil Ediciones, España-Argentina, 2017, ISSN 2362-4981
Foto cabecera: Adrián Escandar | Infobae
Cultura visual y violencia estatal
Las imágenes de los rostros de dos jóvenes asesinados por la Gendarmería y la Prefectura recorrieron los medios de comunicación y las redes sociales en Argentina. Han sido reproducidas, apropiadas y distribuidas infinitas veces. En ellas se manifiesta el accionar ilegal de un gobierno que no ha ofrecido respuestas ni juzgado a los culpables, evitando asumir su responsabilidad en los hechos y las políticas que han legitimado la persecución, tortura y asesinato. Las fotografías de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel, por el contrario, han sido objeto de las mas obscenas manipulaciones mediáticas. La guerra de las imágenes desplegadas tanto en redes sociales como los medios masivos de comunicación en manos del actual gobierno, los silencios, la falta de respuestas y declaraciones así como la estrategia explícita de construcción de un argumento en favor de la tortura y la violación de los derechos humanos da cuenta del poder de estos medios para convertir estos hechos de violencia en algo aceptable por una gran parte de la población.
Las imágenes no son – nunca han sido- simples acompañantes de los sucesos políticos. Muchas han sido protagonistas de complejos procesos así como de actos de violencia. Las imágenes de torturas, la muerte de miles de migrantes que intentan alcanzar las costas europeas, la represión de movimientos, colectivos y grupos diversos han puesto en evidencia que las imágenes forman parte del escenario político actual mundial y ponen en acto antiguas tradiciones visuales. Como plantea Stephen Eisenman en su análisis de las fotos de tortura de Abu Gharib de 2004, es preocupante advertir que una parte de la población no esté especialmente molesta por el hecho de que el Estado practique la tortura o asesine personas. Un gran número de personas parece estar de acuerdo en que la tortura puede estar justificada en algunas ocasiones (Eisenman, 2014:13). Eisenman se pregunta “¿Y si hay algo en las propias imágenes, y en las imágenes de tortura del pasado en diferentes medios, que ha mitigado la natural respuesta humana de indignación?”.
Puede existir algo así como una ceguera moral, un “efecto Abu Ghraib” que les permite ignorar o incluso justificar la tortura? A diferencia de las fotografías de Abu Ghraib que no fueron hechas para ser publicadas ni vistas por el público general, las fotografías de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y la violencia desatada por el Estado fueron exhibidas en los medios oficialistas de prensa. No fueron ocultadas sino evidenciadas, lo que nos lleva a preguntarnos qué permitió que fuesen mostradas, expuestas e incluso toleradas y aceptadas por un gran número de personas.
Frente a este circuito de imágenes oficiales, las redes sociales y medios de prensa independientes lograron introducir una contra-corriente de imágenes y críticas al implacable torrente del discurso oficial. En este artículo planteamos un pequeño ejercicio de análisis de una genealogía visual que hilvana las imágenes del genocidio perpetrado en la Patagonia argentina a finales del siglo XIX con las actuales imágenes de represión y violencia estatal hacia las comunidades Mapuche. Una genealogía que se extiende hacia otros movimientos, grupos y colectivos, construyendo la idea de un Otro como enemigo interno del orden y el Estado.
La vuelta del malón
El 12 de octubre de 1892, el diario La Nación publicaba con entusiasmo que
Hoy se cumplen 400 años desde el día en que, el genio y la intrepidez de Cristobal Colón, vinieron a poner por primera vez a la América en contacto con la Europa, haciéndola resurgir a nueva vida, estableciendo entre el viejo y el nuevo Mundo una corriente de ideas, de civilización, de progreso que desde entonces han ido aumentando incesantemente hasta dar los frutos grandiosos que todos conocen. (La Nación, 12 de octubre de 1892) (1)
Ese mismo año, Ángel Della Valle (1855-1903) finalizaba el cuadro La vuelta del malón, con el objetivo de ser exhibido en la exposición universal de Chicago. La obra recuperaba los relatos literarios inspirados en malones y cautivas y fue “la primera imagen que impactó al público de Buenos Aires referida a una cuestión de fuerte valor emotivo e inequívoco significado político e ideológico” (Malosetti Costa, MNBA).
Como señala Malosetti Costa, el cuadro aparece no solo como una glorificación de la figura de Roca sino que, en relación con la celebración de 1492, plantea implícitamente la campaña de exterminio como culminación de la conquista de América. Los indios aparecen revestidos con todos los signos de la barbarie y como enemigos de la civilización. El malón, encarna las fuerzas bestiales de la naturaleza y los jinetes llevan cálices y otros elementos religiosos de culto que indican que han saqueado una iglesia (Malosetti Costa, 2001: 270). No pueden ser mas que demoníacos, heréticos e impíos. La cautiva, una mujer blanca, contrasta con la violencia de su captor. La cruz y la lanza que portan los jinetes anuncian la clara oposición entre civilización y barbarie. Las cabezas cortadas en las monturas no pueden sino demostrar la violencia y la crueldad del malón. Un detalle, señala Daniel Santoro, “en el costado derecho hay un indio que lleva en su regazo un maletín de cuero nuevo. Hoy diríamos que se trata de un motochorro”(2)
Otra imagen puede ser ubicada junto a esta. Una imagen que a simple vista no parece formar parte del universo visual de La vuelta del malón. Es la candidata oficialista Elisa Carrió durante la campaña electoral de 2017. Su mano en alto y el micrófono forman una cruz que se corona en lo alto como un estandarte religioso.
¿Qué une a estas imágenes y a las imágenes que convoca? ¿Qué relación pueden establecer con las imágenes de la represión en la Patagonia en 2017? ¿Puede existir un vínculo entre estas formas tan distantes temporalmente? ¿Existe un imaginario visual común entre estas imágenes y objetos?
Una tercera imagen, del artista Daniel Santoro, compone una meta-imagen que establece una continuidad visual entre La vuelta del malón y el escenario contemporáneo, donde la frontera sigue siendo la representación absoluta de la oposición entre civilización y barbarie:
Unos indios corren a caballo por la Pampa en un amanecer lluvioso. Cumplen su ritual de saqueos, crímenes y robos. Es una imagen fundante de nuestro imaginario la que nos muestra La vuelta del malón, el cuadro que Angel Della Valle pintó en 1892.Con crudo realismo a la italiana, nos revela la vieja fractura que recorre nuestra estructura identitaria. “Civilización y barbarie”, de eso se trata. Allí van con la blanca cautiva, apenas madura para el inevitable mestizaje. Saquearon una iglesia y blanden los objetos de culto como armas. Allá van con cabezas humanas y maletines de cuero. Todo lo que amamos, en fuga hacia la oscuridad de la pampa, llevado por esos salvajes escapados a los Remington del general Roca, nuestro demiurgo creador de desiertos. Es curioso, pero en ese espacio desierto ahora se expande el conurbano bonaerense. En el cuadro no hay conurbano, pero sí hay inseguridad, tal vez sea la de este cuadro la primera grave denuncia de inseguridad en el territorio. Parecen cosas del pasado, pero contra zanjas o puentes levantados, estos malones vuelven periódicamente desde la oscuridad de la barbarie (Daniel Santoro, Página/12, 19/12/2010).
¿Cómo existen y se transforman las imágenes a lo largo del tiempo? ¿cuál es su temporalidad? El concepto de transmedialidad alude a aquellos procesos que ponen en acto diversas formas de transposición o de migración de un medio al otro, de imágenes, figuras, motivos, procedimientos compositivos o formas de visión. Como señalan Pinotti y Somaini, el concepto de Pathosformel de Warburg puede abordarse desde la idea de la circulación transmedial de imágenes -tanto en términos de su manifestación como de los procedimientos compositivos del montaje sobre los que insiste Eisenstein (Pinotti, Somaini, 2016). Por su parte, Jacques Aumont (2002) recupera el concepto warburgiano de Bilderwanderung o “migración de las imágenes” para estudiar el modo en que determinados dispositivos y formas de puesta en escena o dinámicas figurales son transpuestas desde la historia de la pintura a otros medios de la imagen. En ese sentido Cabello propone la figura como un operador de movimiento que logra que un objeto convoque imágenes mas allá de su visibilidad objetual (Cabello 2013, 164). La figura no puede ser tratada como una cosa puesto que es un modo de establecer conexiones significantes entre las cosas.
Lo figural nos permite comprender el modo en que un objeto se extiende mas allá de su visibilidad objetual. Las imágenes existen bajo otra temporalidad. Son un entramado indisoluble entre la carga emotiva y fórmula iconográfica. Poseen la capacidad de sobrevivir al paso del tiempo y conservar y transmitir contenidos, formas y emociones. Las fórmulas de la emoción eran para Warburg “reacción corpórea, momentáneamente intensificada, de un alma sacudida hacia el ethos entendido como un elemento fundador, inclinado a operar un control de las emociones como una fórmula” (Bredekamp, 2015:243). Esto establece las bases para combinaciones siempre nuevas donde entre los elementos, tanto el pathos como la norma, pueden emerger en forma distorsionada. Un ejemplo es el del pedagogo de Niobe, apoderado por el miedo a la muerte y su mutación en el gesto del David triunfante de Andrea Del Castagno (véase la Sala de Niobe en la Galeria degli Uffizi de Firenze). Como señala Bredekamp, las fórmulas no se estabilizan sino que se reactualizan.
Izq: El pedagogo de Niobe, copia romana de un modelo griego del período 330-320 a.c., Firenze, Galleria degli Uffizi. Der: Andrea del Castagno, David, 1450, Washington, National Gallery.
La fotografía de Carrió en campaña y la pintura de Della Valle pueden ser pensadas desde el concepto de figura y de transmedialdiad. Su tiempo es un tiempo anacrónico. Las imágenes son capaces de sobrevivir al tiempo y conservar contenidos, formas y emociones al estar marcadas por las fuerzas del pasado. Estas dos imágenes tienen un punctum – diría Barthes – esa herida que siempre deja una imagen y que triunfa sobre su studium, el mensaje o contenido que revela (Mitchell, 2017:32) y que en este caso es el gesto de la mano alzada y la cruz en alto, como un estandarte. Ambas imágenes, la de Carrió con su gesto en alto y la cruz que forman su mano y el micrófono y la del indio con el estandarte robado a los blancos, se coronan como relato del enfrentamiento entre el mundo de la civilización y la barbarie, desde la antigüedad a nuestros días. La imagen de Carrió fue publicada durante el período en que Santiago Maldonado se encontraba desaparecido. La tensión entre la Comunidad Mapuche de Cushamen y el grupo Benetton por la disputa de tierras que la comunidad reclama como propias fue planteado por el ministro de gobierno de Chubut Pablo Durán,
como actos de “terroristas” y “delicuentes”, mientras que el gobernador de esa provincia, Mario Das Neves sostuvo que
“hace tiempo en Chubut hay un grupo de violentos que no respetan las leyes, ni la Patria, ni la bandera y agreden permanentemente a cualquiera”(3).
Santiago Maldonado participaba de la protesta de la comunidad de Cushamen contra Benetton cuando fue llevado por la Gendarmería de modo forzado el 1 de agosto de 2017. Durante el velatorio de Maldonado, 78 días después de su desaparición y hallazgo en confusas condiciones de su cuerpo en el Río, el 25 de noviembre otro operativo de desalojo de la comunidad Lafken Winkul Mapu, ahora en el Lago Mascardi, tuvo como resultado el asesinato de Rafael Nahuel por parte -nuevamente- de la Gendarmería. El asesinato de Rafael Nahuel y Santiago Maldonado dejó en claro que la tradición visual a la que pertenece La vuelta del malón, se encuentra vigente y activa.
Esas fronteras que delimitan, para los grupos dominantes, la no estatalidad, constituía en el siglo XIX la percepción que se poseía de los grupos indígenas como carentes de Estado y Civilización (como contrapartidas mutuamente necesarias) y volvían mas turbadora la existencia de un Estado que pretendía estabilizar y garantizar un orden político y que deseaba, en la destrucción de aquellas fronteras no estatales, aquellos territorios como espacios simbólicos y económicos de unificación territorial y espacial que se arrogaba como voluntad estatal (De Gori, Gutierrez De Angelis, 2008). ¿Qué hay de particular en estas tres imágenes que parecen establecer una conexión profunda que atraviesa tiempos y fronteras?
Por un lado el Otro como encarnación de la barbarie y amenaza al orden – entendido como amenaza a la propiedad privada. Sean tierras, mujeres o ganado, el Otro irrumpe como violación y amenaza bajo una fórmula reiterada a lo largo del tiempo. Si ese Otro es salvaje, cruel y violento, el hombre civilizado no puede encarnar sino el bien y el orden divino. Por otro lado, la civilización frente a la barbarie en el espacio visual de la conquista se inscribe bajo el gesto civilizatorio de la religión y el territorio. Un tradición de fórmulas visuales de la aniquilación del Otro, por sumisión, violencia o predestinación. Ante la cruz – y el Estado- el Otro se doblega por convicción o por violencia. La mano en alto esgrime el poder de la cruz ante la mirada del Otro, ante su cuerpo doblegado.
Izq: Batalla del Salado (1340), Fuerzas de Castilla y Portugal enfrentan al último reino magrebí. Centro: Santiago Matamoros. Der: Cabo Savino debuta en La Razón el 1/ 4/ 1954. Ambientada en la pampa de fines del Siglo XIX, cuando las milicias lideradas por el General Roca emprenden “la Campaña del Desierto”.
Izq. Arriba: Marcos Peña Braun Menéndez, Jefe de Gabinete de Ministros. hijo de un funcionario de la dictadura militar y heredero de la familia Baun Menendez, genocidas de la Patagonia. Declaraciones sobre la implementación a la fuerza y a toda costa de la reforma previsional que perjudicará a los jubilados. Después de la violenta represión a los manifestantes en el Congreso, el dia 14 de diciembre de 2017, el jefe de gabinete señala que la ley se aprueba por las buenas o por las malas. Como Julio A. Roca dejaría en claro para la posteridad: “Y no los hemos de traer a la vida civilizada sino cumpliendo nuestras promesas, o de lo contrario, habrá que proceder franca y enérgicamente a su exterminio”.
Derecha: Mismo día, violenta represión de la Policía, Gendarmería y Ejército a manifestantes en el Congreso de la Nación. La Cruz se repite como símbolo del vencedor. Izq.Abajo: 18 de diciembre de 2017. Violenta Represión en Argentina durante la manifestación en contra de la reforma previsional. Policías atacan brutalmente a un hombre que intentaba proteger a manifestantes heridos. Abajo: Tanque hidrante reprimiendo manifestantes contra la reforma jubilatoria en el Congreso, casualmente los chorros de agua forman una gran cruz.
Leyenda de la Vera Cruz, Victoria de Constantino sobre Majencio en Puente Milvio . Piero Della Francesca (1452-1466), La Cruz como escudo para derrotar al enemigo.
Conquistadores del Nuevo Mundo, videojuego distribuido por la compañía FX interactive. La promoción del juego: «1518. Bajo el auspicio de los monarcas españoles, valerosos hidalgos con afán de aventura se lanzan a la conquista de un Nuevo Mundo inexplorado más allá del Atlántico. Asume el papel de un joven explorador y lánzate a la conquista de América. Forma tu expedición, recorre territorios inexplorados, forja alianzas o enemistades… ¡Escribe tu nombre en la historia!” (Pagina/12, 12/07/2013)
Hay un elemento más en estas imágenes. La potencia del gesto de la mano en alto con la cruz se presenta ante el cuerpo del Otro doblegado, vencido y desbordado. Es la fuerza que permite a la imagen saltar de un estado de latencia a uno de eficacia en el ámbito de la percepción, el pensamiento o el comportamiento (Bredekamp, 2015:36). En una conferencia en el Museo del Prado en 1998, Didi-Huberman analiza una serie de imágenes sobre la desnudez y la crueldad. Allí descubre un peculiar gesto en los personajes que son cazados, atrapados, agredidos y vejados. El gesto del cuerpo que se inclina, que es vencido por un poder que lo abruma.
Unas figuras condenadas a la repetición de un acto violento, un modo visivo que se repite y al repetirse “se tiene la impresión de que un mismo síntoma, una misma Pathosformel va y viene, se mueve, se repite rítmicamente. Este síntoma no atañe solo a los personajes del drama sino que invade por completo la sustancia de la imagen, como también la temporalidad de nuestra mirada. Así es como, por vía psíquica, se impone a nuestro ojos” (Didi-Huberman, 2014:68). Las imágenes o secuencias de imágenes parecen tener el poder de influenciar en la memoria colectiva produciendo comportamientos y relaciones específicas.
Sandro Botticelli, Historia de Nastagio degli Onesti, Escena primera, 1483, Museo Nacional del Prado
Diciembre de 2017, el gobierno argentino envía a la gendarmería a reprimir violentamente a los manifestantes frente al Congreso Nacional donde se vota la reforma previsional.
La cruz robada por el malón de Della Valle, es la cruz de la civilización y el orden. Es la cruz que representa la candidata oficialista Elisa Carrió. La construcción de su imagen pública la muestra exhibiendo sus crucifijos y rosarios. Incluso ha llegado a presentarse como una especie de “donante” dentro de una imagen de Jesús junto a ella. Esta imagen fue compartida por la misma candidata en sus redes sociales. No es la primera vez que se propone como una mesiánica o visionaria que habla con Dios y ejecuta en la tierra sus designios. La cruz frente a la barbarie es un imagen que se reitera.
En las “Bases”, Alberdi deja en claro que
“nuestra religión” ha sido traída de Europa ya que “,(…) a no ser por Europa, hoy la América estaría adorando al sol, a los árboles, a las bestias (…)”(Alberdi, 1966:61).
El mismo Sarmiento no se ruboriza al escribir elogiando a Estados Unidos y su conquista del territorio, que “(…) al exterminarlos hacían lo que todos los pueblos civilizados hacen con los salvajes” (Sarmiento, 1953:183).
Izq: Elisa Carrió como donante con Jesús, imagen publicada en cuenta de Twitter. Los retratos de donantes son un tipo de pintura característica de la Edad Media y el Renacimiento (aunque no exclusiva) donde se muestra al donante arrodillado a un lado.
En el discurso del siglo XIX, la conquista del territorio se sustentó en la idea de que los hombres destinados a construir la Nación encarnaban la idea de la virtud, del hombre inteligente destinado a mandar sobre el ignorante. La minoría virtuosa e inteligente es llamada a gobernar sobre las pasiones e incapacidades de las mayorías. Sarmiento distingue entre el pequeño puñado de hombres destinados a gobernar y el rebaño. Los pueblos-niños necesitan padres visionarios.
Izq Arriba: Jueces de la corte suprema – los que defendieron la resolución del 2×1 para liberar a militares y civiles presos por crímenes de lesa humanidad – con un crucifijo detrás de ellos. Debajo: Discurso de los terratenientes del campo, ligados a los sectores religiosos mas conservadores. La cruz-estandarte como símbolo de conversión e imposición. Der: escudo de la Santa Inquisición.
La frontera
El caso de la represión violenta en la Patagonia hacia comunidades Mapuche con el resultado de muertos y desaparecidos en manos de la prefectura y la gendarmería deja en evidencia el accionar violento del Estado y la peligrosa construcción de un “enemigo interno”. Un enemigo que, como en el siglo XIX, encarna la situación fronteriza, los argumentos esgrimidos de no estatalidad y de peligro civilizatorio, así como la conveniencia que suponían los territorios de los grupos indígenas que constituyen la particularidad de la violencia estatal desatada durante las denominadas “Campañas al Desierto” a fines del siglo XIX en Argentina. El violento accionar estatal sobre los territorios que se pensaban como un imaginario desierto a conquistar encontraron en los diversos medios de comunicación de la época y múltiples medios de la imagen-pinturas, postales, estampas, fotografías- un espacio para instituir visualmente un orden social que se buscaba imponer.
La producción, consumo y circulación de estas imágenes permitió construir una profunda huella en la cultura visual argentina, dando origen al retorno regular y sistemático de fórmulas precisas en la definición política del Otro, de la frontera y de la clase dominante. Más de un siglo después el actual gobierno argentino recupera el vocabulario de la conquista al hablar de “enfrentamientos” y “choques”, definiendo el perfil de un enemigo interno preciso que debe ser abatido en nombre de la unidad. Pero también activa un universo visual que da cuenta del modo en que, como señala Sebastián Díaz Duhalde, “el archivo no solo opera con procedimientos de acumulación, de acaparamiento y de registro de la violencia estatal, sino también como la disposición de coordenadas de reaparición y de recurrencia del pasado; coordenadas por las cuales el conflicto se reacomoda en el presente” (Diaz-Duahalde, 2015:33).
Izq; Diario Perfil, 8 de enero de 2017. En la nota se lee “A medida que aparecen más datos, la acción de (Facundo) Huala y su grupo puede ser leída como el germen de una forma violenta de protestar y de hacer política. Hay datos, como que en zonas limítrofes la Gendarmería envió más personal, mientras que diputados chilenos y periodistas y productores argentinos mencionan a las FARC colombianas como parte de la financiación del grupo (…)”. Der: Diario Clarín, 22 de enero de 2017.
Estas imágenes del siglo XIX son aquellas que componen una genealogía en constante movimiento, que hilvanan una historia visual de la violencia en Argentina. Constituyen una “comunidad visual que contribuye a pensar el archivo visual del siglo XIX latinoamericano en la actualidad, invita a releer el archivo visual del siglo XIX a través de las colecciones de objetos fotográficos como un arreglo visual capaz de conformar una comunidad visual” (Diaz-Duhalde, 2015:220). Las imágenes no fueron medios para representar el genocidio y la violencia de la guerra sino para configurar un orden visual y social en donde la frontera definía la existencia de un Otro que solo podía ser silenciado e invisibilizado.
Estas imágenes y la historia visual de la que forman parte suponen la supervivencia de cierto tipo de fórmulas antes que de esquemas de representación. Fórmulas visuales y narraciones particulares, textuales y auditivas, que hacen a la potencia de un discurso histórico que les permite reencarnar nuevamente en los medios masivos de comunicación y las redes sociales, con una violencia abrumadora. Imágenes que se configuran en múltiples soportes y cuya presencia viene determinada por factores técnicos, materiales y espaciales. Son estos factores los que determinan su visibilidad, su uso y eficacia. Las nuevas imágenes de la violencia estatal se multiplican en los medios digitales, presentando una complejidad nueva.
Una nota del 8 de agosto de 2017 en el diario oficialista Infobae, mostraba el peligroso armamento – palos y cuchillos- de los grupos mapuche donde “Algunos de sus miembros fueron avalados por el kirchnerismo y la izquierda setentista, recibirían apoyo financiero del exterior y están dispuestos a sembrar el terror”. El articulo que no cita ninguna referencia declara fantásticas hipótesis como “Tenemos información de que estos grupos mapuches violentos recibirían financiamiento y apoyo logístico de las FARC de Colombia, grupos extremistas kurdos de Turquía o la agrupación terrorista ETA”(5)
La definición de los Otros como enemigos internos no es nueva, “[en la sesión de diputados] el 16 de junio de 1879, se mencionó que los indígenas habían intentado ́destruir la nacionalidad argentina ́”.(Martinez Sarasola, 1993: 156)
Las imágenes de la violencia y represión en el sur fueron apropiadas y utilizadas por los medios de comunicación, recuperando la potencia de su pertenencia a una historia visual de la violencia donde el Otro es convertido en un enemigo interno del orden.
En su libro Cloning Terror: The War of Images, 9/11 to the Present, W.J.T Mitchell (2012) introduce la idea de la clonación icónica. La clonación es la capacidad de réplica que le otorga a las imágenes una vida diferente, “una vida nueva, virulenta, proporcionada a las imágenes con la invención de Internet y la fotografía digital, la forma en que las imágenes se “clonan” y circulan con increíble rapidez, invirtiendo a veces su significado y regresando para atormentar a sus productores” (Mitchell, 2012:15). Estas imágenes no responden a un principio técnico de reproducción para ser copiadas sino a la lógica de la clonación. Para Mitchell (2011) clonación y terrorismo son las figuras constitutivas del giro pictorial contemporáneo.
El diario oficialista Clarín y la manipulación mediática de la imagen de Maldonado.
En 2017 la frontera es recuperada como un espacio nuevamente belicoso que divide la cultura de la barbarie. Frente al asesinato de Rafael Nahuel, el diario oficialisa Clarin publicó un titular más que elocuente: “Ocupación Mapuche”. Estabilidad, Orden y Fronteras como peligro estatal, como demarcación del espacio y de los vínculos respecto al otro (real o imaginario) constituían la preocupación política de aquellos grupos dominantes que se habían constituido en directores de las políticas estatales a finales del siglo XIX. Iniciándose así la definición de los otros, la definición de las identidades y de las pertenencias. Uno de los ejes fundamentales de la constitución del Estado-Nación del siglo XIX fue sin duda el impulso clasificador y organizador que desplegó el colonialismo a través del concepto de raza (Quijano, 2000:201).
La construcción de un patrón de clasificación tan poderoso dio origen a la experiencia básica del colonialismo. La raza fue la clave en la división social del trabajo, uno de los rasgos clave del capitalismo moderno. Y por lo tanto no fue un concepto ajeno a la constitución del proyecto político triunfante en nuestro país, coronado en su máxima expresión en las Campañas al Desierto (De Gori, G. De Angelis, 2008). Las imágenes de los militares de Julio A. Roca posando para la posteridad, en el escenario de su desierto imaginado infunden a la imágenes de 2017 de la gendarmería junto a Patricia Bullrich sonriente – la ministra de seguridad- la potencia de una tradición visual donde el Estado se corona como el garante de la estabilidad frente a la barbarie y el salvaje.
Ocupación militar del Río Negro en la expedición al mando del General Julio A. Roca , Juan Manuel Blanes
Celebración militar con presencia de Patricia Bullrich, jinetes con estandartes que recuerdan a los soldados de Roca.
Se construye una mirada sobre el otro, sobre esa alteridad violenta y peligrosa no incluida en un espacio estatal. Es un espacio donde se justifica, casi como acto rutinario, la violencia sobre el otro – el terrorista, el otro, el peligroso- y donde la fotografía de la cacería parece encontrar tierra fértil para activarse con su iconografía imperial y dominante. A la muerte del último cacique, se informa al Estado argentino que “(…) En el sud de la República no existen ya dentro de su territorio fronteras humillantes impuestas a la civilización por las chuzas de salvajes”(6). La integración del Otro al sistema solo era posible si se destruía el sistema de control de la tierra de cada comunidad. Esa tenencia de la tierra considerada arcaica y ociosa debía dar paso a la tenencia en manos de sus nuevos propietarios.
Las “campañas al desierto” sintetizaron no sólo valores culturales y políticos de un grupo sino de toda una subjetividad compartida por la sociedad. La construcción negativa de los «otros» logró generar una imagen deshumanizada como sujetos con condiciones existenciales carentes de toda cultura y derechos, resumidos en una idea de pura animalidad o salvajismo imposibles de revertir y por tanto de modificar y de gobernar. De allí en más el exterminio y arrebato de la tierra fueron legitimados. Así, la tierra y el sistema de dominación política fueron monopolizados por la oligarquía argentina, legando una imagen falsa y grotesca de malones sangrientos que a través del robo y la decadencia social y cultural amenazaban el avance y la grandeza de un país (De Gori, G. De Angelis, 2008:18).
Patricia Bullrich, ministra de seguridad, saluda y felicita a los gendarmes que participaron de la represión a la comunidad Mapuche
La Patagonia como desierto se convirtió en coto de caza de una clase dominante que divide y reparte el territorio. La guerra hacia el salvaje deviene una cacería. Guerra y cacería establecen relaciones y préstamos, puesto que “la caza se presenta como simulación de la guerra y en ella se imputa constantemente un grado de salvajismo al enemigo, una bestialidad que justifique la violencia aplastante del opresor” (Gondra Aguirre, et al. 2014:55). Activa la fórmula visual que Eisenman asocia a la omnipotencia del vencedor y la abyección del vencido. Es el caso de las fotografías de Abu Ghraib o en las fotografías de linchamientos en Estados Unidos, producidas entre 1870 y 1960 y vendidas como postales y souvenires de recuerdo de una acción colectiva que sus participantes consideraban absolutamente justificada.Las conexiones entre esas imágenes, las imágenes de Roca y sus soldados y la ministra sonriendo a la gendarmería se inscriben en este linaje visual de vencedores y vencidos, donde la violencia se justifica por la condición del Otro.
Fotografía de linchamientos en Estados Unidos, la foto deviene un souvenir/ Mujeres y niños mapuche-tehuelche cautivos, Río Negro, 1879. Foto tomada por Antonio Pozzo, fotógrafo que acompañó al General Roca durante la “Campaña del Desierto”. El epígrafe de la foto dice “Choele-Choel – Adoctrinamiento de indígenas por el Reverendo Espinosa, quien luego fuera ascendido a Arzobispo”
Gulumapu, Curiñanco 1902. Jóvenes mapuche acosadas por los nuevos dueños criollos, autoproclamados “propietarios” del territorio mapuche
Izq: Enrico de Seta, postales de la invasión italiana a Etiopía, 1935-1936. Der: Julius Popper, rumano radicado en Argentina que viaja con permiso del Estado Argentino en busca de oro en Tierra del Fuego. En la fotografía Popper posa junto a su expedición de cacería de Selk’nam (1886-1887). El pago por eliminar a los nativos de sus tierras fue una fuente de recursos muy popular en la época.
14 de diciembre de 2017, Violenta represión del gobierno de Mauricio Macri a quienes se manifestaban contra la reforma previsional. El despliegue de Policía, Gendarmería y Ejército para reprimir civiles hizo uso de balas de goma, gases y camiones hidrantes. En la imagen, la Gendarme parece gozar a la espera del ataque a sus presas. La fórmula en su cuerpo. (Foto M.A.F.I.A) / 14 de diciembre de 2017, Gendarmes se preparan para una foto antes de comenzar a reprimir violentamente a los manifestantes contra la reforma previsional en el Congreso de la Nación. (Foto: Federico Martin)
La fotografía de cacerías presentan un amplio espectro de posturas y actitudes, desde la disposición de los elementos hasta las actitudes que van desde la sumisión a la burla, el sometimiento y la humillación. La analogía entre las fotografías de caza y las fotografías bélicas es demasiado estrecha, si pensamos en casos como las fotografías de Abu Ghraib. Es la formulación de la que habla Eisenman, aquella referida al vencido como un ser abyecto merecedor de su destino. Dentro de esta herencia visual que no solo se destina a los vencidos y a los animales, la fotografía “ha provocado una normalización sin precedentes de ciertos modelos representativos” (Gondra, et al, 2014:177). Al igual que los cazadores y militares que durante décadas saquearon toneladas de trofeos en África y otras regiones del planeta, animales, objeto y personas pasaron a formar parte de las vitrinas de museos de curiosidades, como es el caso del Museo de Ciencias. Naturales de La Plata y sus «trofeos» de las campañas de Roca. En ese sentido, una imagen que opera como antepasado visual es sin duda la transformación de Santiago Matamoros en Santiago Mataindios, donde éste encarna – montado en su caballo y espada en mano- la acción tanto de civilización-evangelización como de cacería de los infieles y herejes indios.
Izq: Iglesia de San Severo al Pendino, Napoles. Santiago Matamoros. Centro: Anónimo, Santiago mata moros, escuela peruana, siglo XVIII. Der: Santiago mata moros se convierte en América en Santiago mata indios, Guaman Poma de Ayala
En Octubre de 1878, el diario La Nación publicaba:
«El Ministerio de Guerra Informa a la ciudadanía que los días 5 y 6 del mes en curso se entregaran indios para su utilización en estancias ganaderas. Las indias aun salvajes pueden ser útiles en tareas domesticas en las residencias de las familias porteñas. Es necesario destacar que la comportación de las indias dista de ser civilizadas por lo que es menester la adaptación de los infelices. También hay a disposición de los señores comerciantes y firmas de esta plaza, indios menores de edad. Los infelices aun careciendo completamente de las gracias de la civilización, pueden utilizarse con sumo provecho para mandados diversos. Los mismos no pueden ser enviados al exterior. El reparto de los salvajes se realizara gratuitamente en el Hotel de Inmigrantes, los días 5 y 6 de octubre de 8 de la mañana a 6 de la tarde.”
El nuevo dueño de la tierra transforma al Otro en esclavo, mano de obra explotable una vez destruida su comunidad de pertenencia.
Arriba Izq: Diario la Nación de octubre de 1878. Der: Diario Página/12. Abajo: Telam, 30 de mayo de 2014.
Demonizar y purificar
La tenencia de la tierra y la división del trabajo fueron los ejes centrales de la construcción de una población que distinguía entre los habitantes y los ciudadanos. Fue a través de la clasificación poblacional y racial que se fue dibujando una línea, una frontera definitiva entre la naturaleza desbordantemente caótica y la cultura, entre el otro extraño y el blanco, entre la estatalidad y la no estatalidad. Martha Penhos (Penhos, 2005) ha investigado el modo en que a través del estudio de las fotografías de criminales y de indígenas, intelectuales y artistas construyeron la imagen de aquellos elementos definidos como desestructurantes de la sociedad. Personajes que constituían el perfil más negativo y que suponían la existencia de factores que retrasaban el desarrollo del país. Es así como la criminología, la psiquiatría, la antropología y la fotografía ensamblaron la imagen del criminal científicamente, clasificándolo.
Penhos destaca en especial la influencia de la corriente criminológica italiana, que en la obra de José Ingenieros se hace notoriamente presente. Se define allí un perfil de sujeto peligroso, criminal, otro. Ante ese sujeto extraño el Estado argentino debe actuar para controlar y eliminar la criminalidad identificada con la inferioridad racial. Desorden, atraso, raza y criminalidad (Penhos, 2005) Un cuerpo temible y temido que se transforma en un cuerpo medible, de exposición, de experimentación. La evolución mostraba que los peligrosos malones no eran sino un viejo elemento del pasado humano, primitivo, destinado a su destrucción por causas naturales. Sarmiento mismo habrá de considerar al hombre blanco como el motor indiscutido de ese movimiento aplastante por el cual la civilización se movía a pasos vertiginosos.
Johann Moritz Rugendas. El rapto. Rescate de una cautiva (1848) / Gendarmería reprime a los trabajadores de la empresa Cresta Roja que reclaman por sus puestos de trabajo, diciembre de 2015 / El malón (1845), Mauricio Rugendas. Ell “Otro” con palos y lanzas en alto, el gesto del salvaje.
El otro es deshumanizado. Se opera implacablemente un trabajo sobre el cuerpo del otro criminalizado. Un cuerpo del marginal, del pobre, del personaje de provincia, del migrante. Siempre el otro es sospechado de delito, temido pero neutralizado en su existencia social, patológico, loco, asesino, inferior. La frontera, los Otros y su Nosotros. La construcción negativa de los «otros» logró generar una imagen deshumanizada como sujetos con condiciones existenciales carentes de toda cultura y derechos, resumidos en una idea de pura animalidad o salvajismo imposibles de revertir y por tanto de modificar y de gobernar. Cómo gobernar aquello que se presenta como ingobernable. De allí en más el exterminio y arrebato de la tierra fueron legitimados. Así, la tierra y el sistema de dominación política fueron monopolizados por la oligarquía argentina, legando una imagen falsa y grotesca de malones sangrientos que a través del robo y la decadencia social y cultural amenazaban el avance y la grandeza de un país.
Pero el malón era solo el intento desesperado y la respuesta tras años de agresión, de aquellos a los que sólo les quedaba defenderse para no desaparecer dentro de un proyecto político que los definía como criaturas carentes de toda posibilidad de civilización. Carencia que se identificaba con la resistencia a vivir en los términos de una cultura ajena. Esas “razas” que creía discernir Sarmiento, cargaban el fracaso y la destrucción de una sociedad. “Los ejemplos son innumerables (…) [en la sesión de diputados] el 16 de junio de 1879, se mencionó que los indígenas habían intentado ́destruir la nacionalidad argentina ́”.(Martinez Sarasola, 1993: 156).
En diversos Tweet, periodistas y presentadores de televisión oficialistas se hacen eco de estas frases para identificar un enemigo que atenta contra su imaginaria idea de país.
Arriba: Izq, Campaña de Benetton. Der. Dibujo de Hermenegildo Sábat en el diario oficialista Clarín. El mismo dibujante que durante el conflicto del campo, dibujó una caricatura con la imagen de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con una cinta cruzada en la boca. Abajo: Diario oficialista Clarín, 18 de marzo de 2017. El uso de los estigmas y estereotipos en el ataque a la educación pública.
Nicolás Repetto entrevista encapuchado a Fernando Jones Huala, hermano del dirigente mapuche Facundo Jones Huala, en el marco del caso de Santiago Maldonado.
Demonización y miedo hacia el Otro. El presidente Mauricio Macri en campaña en la Villa 31. El desprecio y el miedo hacia el Otro.Tweet del periodista oficialista Andahazi.
Tal vez, una de las mejores declaraciones para comprender la concepción del proyecto estatal de fines del Siglo XIX son las palabras pronunciadas por Roca como expresión de victoria sobre las resistencias indígenas. Aquel planteaba que con la realización de las “campañas” militares “el cerco esta perfecto y no se escapará uno sólo de los que hayan quedado adentro”(Luna, 1991:446). Por lo tanto aquello que quedaba adentro, debía ser reunificado, civilizado y puesto bajo el imperio de la ley moderna. El genocidio constituía la vía decidida para lograr una homogenización y obediencia cultural y política.
Criminalidad, frontera y límite. Paz y administración. Orden y unión sinónimos de aceptación del sistema elegido. Capacidad para garantizar el orden a través de la designación de los sucesores. La casta elegida para gobernar. Distinción clave entre la libertad civil y la libertad política. El indio, el gaucho, el pobre no puede gobernar pero tampoco puede elegir, discernir ni tener moral.
Violencia y represión durante las protestas contra la ley de reforma previsional en el Congreso de la Nación. El Congreso, espacio de las leyes y la democracia, es cercado por la Gendarmería por orden del Gobierno de Mauricio Macri.
Civilización y barbarie, la proclama de la generación del ‘80, simbolizó la idea de una unidad nacional que incorporaba violentamente la amenaza de lo caótico. Suponía una unificación territorial donde la acechanza dejaba de ser frontera para constituirse en interioridad (amiga o enemiga) de un Estado. Civilización como aquello que nos hacía participar de occidente, universalizando y asimilando el sentido de la historia. La incorporación de la industria y la “blancura” como elementos esenciales de desarrollo. La estatalidad versus la no estatalidad, lo moderno versus lo arcaico. La barbarie no era definida sino por la negativa imagen de lo no integrado a la historia universal, era el elemento díscolo de una filosofía de la historia estatal ligada al aliento civilizatorio (De Gori, G. De Angelis, 2008).
Una de las tres imágenes que proponíamos al principio es la de Daniel Santoro. Una imagen que piensa como continuidad visual de La vuelta del malón. Una imagen que condensa fantasmas e imaginarios plenamente activos:
«Vemos a los “malones” que traspasaron el perímetro de la ciudad e instalaron sus “tolderías”. Son malones que vuelven en forma aluvional, vienen con las cabezas bien negras a gozar en medio de nuestras ciudades. Se filtran por las fronteras “porosas” y agitan todos nuestros fantasmas freudianamente, como en una vuelta de lo reprimido. El título sobre esta foto del diario dice: “Un campamento donde el precio de la tierra se discute en guaraní”. Es un nuevo delito de los muchos que se están cometiendo en tiempo real en esta visión de la devastación». Santoro hace referencia a lo sucedido en el Parque Indoamericano en 2010. Después de los violentos hechos, «la solución política del conflicto, llegó lo que podríamos llamar la “hora de la purificación”. Muñidos de blanquísimos trajes y escafandras herméticas, blandiendo artefactos con tecnología del siglo XXI, aparecieron decenas de empleados municipales; aparecieron para acabar con la contaminación, producto de la sucia barbarie decimonónica y establecieron un preventivo perímetro sanitario. La ciudad está a salvo. Nuevamente Latinoamérica quedó lejos» (Santoro, Página/12, 2010)
“Un campamento donde el precio de la tierra se discute en guaraní. Cientos de extranjeros se movilizaron desde el conurbano y lotearon el parque”, Diario La Nación, 10 de diciembre de 2010.
La purificación. Después de una manifestación pidiendo por la aparición con vida de Santiago Maldonado, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires – junto a la prensa oficialista horrorizada por un graffiti en las paredes del Cabildo- rápidamente envío a sus empleados a borrar toda marca y todo huella. En 2016 el presidente Macri ordenó quitar los cuadros del General Don José de San Martin, Manuel Belgrano, Mariano Moreno y Manuel Dorrego, además de solicitar una limpieza energética a una astróloga. Borrar, silenciar, vaciar. La imagen de Belgrano que ordenan retirar del despacho presidencial porque le provocaba “malas energías” al presidente, es más que elocuente, puesto que fue Belgrano quien declaró ante las comunidades guaraníes el 8 de junio de 1810 que “La excelentísima Junta Provisional Gubernativa me manda a restituiros vuestros derechos de libertad,
propiedad y seguridad de que habéis estado privados por tantas generaciones, sirviendo como esclavos a los que han tratado de enriquecerse a costa de vuestros sudores y aun de vuestra propia sangre.”(Belgrano, 2002:23). A ese proyecto se le opuso el proyecto del país unificado territorialmente y remodelado. Proyecto triunfante después de Caseros y coronado a lo largo de las presidencias de Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca, hoy encarnado por el actual gobierno. El modelo del desprecio, del que habla Martínez Sarasola (1993:225). La consigna de la limpieza es una obsesión, la iconoclasia también. Borrar, destruir, silenciar. Se instaura un viejo orden en el accionar estatal y en la propia cultura visual. Durante casi medio siglo ininterrumpido, las campañas limpiaron y doblegaron el territorio, barrieron por completo el mapa cultural.
Empleado del gobierno de la ciudad de Buenos Aires borrando un graffiti que dice “aparición con vida de Santiago Maldonado”, en el Cabildo
Las tierras barridas se llenaron de colonos fomentados por la Sociedad Rural Argentina – hoy son los extranjeros multimillonarios los que se reparten el territorio así como empresas de mega minería- que dividieron en pocas manos los territorios de la Pampa y la Patagonia. La pérdida de la tierra significó para el mundo de esos otros el comienzo de su desintegración. Las “campañas al desierto” distribuyeron las tierras y permitieron una doble operación: la clasificación racial de la población y la división del trabajo. Julio A. Roca lo dejaría en claro para la posteridad: “Y no los hemos de traer a la vida civilizada sino cumpliendo nuestras promesas, o de lo contrario, habrá que
proceder franca y enérgicamente a su exterminio, pues para que estos territorios se pueblen rápidamente necesitamos pasarlos con toda tranquilidad y ofrecer a sus pobladores completa garantía”. Décadas más tarde, la violencia estatal se manifestará brutalmente en las represiones de la Semana Trágica en Buenos Aires en 1919 y a los obreros huelguistas de la Patagonia en 1921, el bombardeo de junio de 1955 como prólogo del golpe que el 16 de setiembre del mismo año que derrocó al presidente Juan Domingo Perón. El golpe encontró una continuidad política en el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 y el borramiento, su más aberrante expresión en las desapariciones forzadas, secuestros y asesinatos. La genealogía visual de esta violencia está activa hoy.
Portada del diario Clarín del 23 de septiembre de 1955, la defensa del golpe de Estado como restitución de la luz y la República/ Bombardeo a Plaza de Mayo, 16 de junio de 1955.
La historia de las imágenes, sus relaciones, supervivencias y manifestaciones nos muestran la necesidad de resistirnos a las imágenes, objetos o monumentos que nos resultan familiares. De allí que Didi-Huberman proponga una historia warburgiana de fantasmas, donde el objeto debe ser pensado en el espacio existente entre el objeto y la práctica social pero también dentro de un dispositivo que organiza la experiencia y genera emociones y significaciones, un dispositivo de montaje que teje relaciones y articulaciones entre diferentes materiales, objetos y formas. El conocimiento por el montaje no es sino esta acción de conectar, unir, atravesar y descubrir un sentido en la red de lo visual, en esa dimensión que opera bajo lógicas propias. En este entramado impensado de relaciones y conexiones las imágenes se encuentran superando los límites de las categorías posibles, como un modo de conocimiento errante, de la dislocación.
16 de septiembre de 1976, “La noche de los lápices”.
Notas
(1) Citado en Malosetti-Costa, Laura. Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX, FCE, México, 2001, p. 240.
(2) Daniel Santoro, Otra vuelta del malón, Página/12, 10 de dicimebre de 2010.
(3) Sebastián Díaz Duhalde fue quien me sugirió la relación entre la imagen de Carrió y Della Valle. Sin sus comentarios y sugerencias no hubiese sido posible avanzar en este breve ejercicio de análisis. Su experiencia con las imágenes de la guerra queda mas que evidenciada en su detallado trabajo y estudio para La última Guerra. Cultura visual de la guerra contra el paraguay, una lectura ineludible dentro de los estudios sobre la cultura visual en Latinoamérica.
(4) Véase http://www.santiagomaldonado.com/cronologia/
(5) 8 de agosto de 2017, diario Infobae.
(6) Nota del Gral. Vintter al Jefe del Estado Mayor del Ejercito, 20 de febrero de 1885. Memoria del Dpto. De Guerra y Marina. 1898/9. En: Martinez Sarasola, C 1993. Nuestros paisanos los indios, Bs As, EMECE, p287
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