Número 10 – 2023

Ojos que ven, corazón que siente: Imaginar Malvinas
Notas sobre el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur (Buenos Aires).

Greta Winckler

Resumen

A 41 años de la Guerra de Malvinas, proponemos una mirada sobre el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur (Buenos Aires), creado en 2014 en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA). ¿Cómo intenta este Museo pensar las islas? Partiendo de que todo museo es un dispositivo que ordena la mirada y echa luz sobre ciertos aspectos de la vida en comunidad, nos detenemos en la gran variedad de medios y artefactos que se ponen en juego para recorrer la historia de estas islas. Su somera iconografía -las pocas imágenes que suelen circular de ellas- encuentra como contracara un Museo que nos ofrece desde mapas muy antiguos hasta una experiencia digital inmersiva. Si la Guerra recientemente determinó la relación entre el pueblo argentino y las islas, el Museo se propone abrir la historia y abrir el tiempo a través de un sinfín de dispositivos y artefactos que no son otra cosa que los soportes visuales de una memoria colectiva que aún está en construcción.

Palabras claves: Malvinas, museo, dispositivo, imagen, presencia, soberanía. 

Artículo

Greta Winckler
Fecha: Abril 2023

Cómo citar este artículo: Winckler, Greta. “Ojos que ven, corazón que siente: imaginar Malvinas. Notas sobre el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur (Buenos Aires)», e-imagen Revista 2.0, Nº 10, AAV-Ondare Irekia, 2023, ISSN 2362-4981

En el año 2014 se inauguró el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) de la ciudad de Buenos Aires, donde funcionó uno de los centros clandestinos de detención más importantes y cruentos de la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983). De alguna manera, esta decisión ya lo ubica en un plano de la historia: la relación entre la Guerra de Malvinas (1982) y el terrorismo de estado encarnado en el proceso dictatorial.Pero el Museo no mira a las islas sólo a través de lo que ocurrió en aquella guerra hace 41 años. La exposición permanente recorre cuatro ejes mucho más abarcativos:

¿Qué hay en Malvinas? / ¿Por qué las Malvinas son argentinas? / La guerra de Malvinas / Posguerra y democracia.

La propuesta del Museo es una mirada total: se hace hincapié en la flora y la fauna, en los paisajes, en los primeros asentamientos españoles de las islas, en la usurpación por parte de la corona británica en el siglo XIX, en el doloroso episodio bélico de 1982, en las disputas actuales por la soberanía, en la importancia del control marítimo para un país, y un largo etcétera. Pero por sobre todas las cosas, el Museo es un intento de brindar a quienes asisten elementos concretos para conocer un territorio al que pocas personas han ido: sacar a las islas del “manto de neblina”, como reza el himno, y darles cuerpo, hacerlas aparecer. A la imagen más popular, que es la cartográfica -esas líneas que recortan el contorno de las islas Gran Malvina y Soledad y que tanto hemos visto-, se la complementa con todas estas otras formas de mirar al archipiélago remoto. Algo sin duda original, dado que la imaginería difundida sobre las islas ha sido muy somera: o bien refiere a las mismas imágenes que circulan siempre del período de la guerra; o bien se reducen a la visualización cartográfica.

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Figura 2

“Primeras casas de piedras, construidas por el gobernador Vernet”, 1829. Óleo realizado por Luis Vernet, donde se observa el Puerto Luis.

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Figura 3

Instalación sobre el cementerio Darwin, en la Isla Soledad. Hasta hace unos años, muchos cuerpos no estaban identificados, y las placas recordatorias decían “Soldado argentino, sólo conocido por Dios”.

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Figura 4

Sala panorámica con pantalla de proyección curva en la que se hace un breve racconto de todo lo que se puede observar en el Museo.

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Figura 5

Instalaciones dentro del Museo (2022).Izquierda: La línea de tiempo (1492-presente) está al inicio del recorrido (superior). Hacia el final,se encuentran distintos mapas interactivos que insertan a las islas en una historia global del imperialismo (no sólo británico) (inferior). Derecha: esta instalación refiere a la manipulación mediática que se sostuvo en la prensa argentina durante la guerra (1982)

Por eso el Museo está plagado de artefactos de tan variada índole: mapas (tradicionales e interactivos), maquetas, óleos, videos, documentos sonoros y gráficos, diarios íntimos, estampillas, fotografías, líneas de tiempo, pantallas gigantes y videoinstalaciones de inmersión, y hasta una sala donde se reproduce una experiencia inmersiva en un entorno de realidad virtual. A ese territorio se viaja a través de las imágenes. Y el Museo se vuelve el perfecto cristal para desmontar las islas y volver a componerlas, usando todos los artefactos y dispositivos con los que Malvinas puede ser mirada. No son sólo un contorno; tampoco son solo el doloroso episodio bélico. El Museo abre las islas al tiempo y presenta nuevos ángulos de visión. La variedad de artefactos usados en las distintas salas es sintomática del enfoque del Museo, pero también de las concepciones que sobre las islas se fueron teniendo. Una mirada científica pone su foco en el territorio, sus características naturales y las expediciones exploratorias que se hicieron con fines soberanos pero también de investigación, dando a ver todos los artefactos de medición usados.

 Una mirada histórica pretende colocar a Malvinas en la línea del tiempo de la historia argentina así como en la del colonialismo, partiendo desde 1492 y llegando a las preguntas del presente democrático. Una mirada afectiva nos coloca frente a los horrores de la guerra, la juventud de los conscriptos muertos, el accionar de las mujeres largo tiempo silenciado, y el efecto sobre las emociones que puede provocar ver la humillación de los ex combatientes, el olvido, o la mentira controlada desde un poderoso aparato mediático y represor. Y así podríamos seguir. Cada piso es único y al mismo tiempo conforma una constelación, que ubica en una misma línea las proezas del Gaucho Rivero al intentar resistir la usurpación británica en el siglo XIX y al Operativo Cóndor de 1966, cuando un grupo de jóvenes secuestraron un avión de Aerolíneas Argentinas para hacer flamear la bandera nacional en el territorio malvinense. Algunos episodios son más conocidos; otros, ignotos. La historia que se propone visualizar en el Museo aborda ambos tipos.

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Abajo Figuras 8 y 9

Historia del Operativo Cóndor en las salas del Museo, junto a una de las siete banderas argentinas que flamearon en las islas en 1966.

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Figura 7

Izquierda: “Ysla Soledad”, mapa realizado tras el reconocimiento de las islas por parte del Capitán Don Ramón de Clairac (1787) (superior). Vista panorámica, al ingreso de la planta baja, donde se presentan los distintos abordajes de las islas que realiza el Museo (inferior). Derecha: vitrina correspondiente a la muestra permanente dedicada exclusivamente al Sector Antártico Argentino

Si hay algo que se desprende del recorrido por las salas y los pisos es que el Museo es realmente un dispositivo ordenador de la mirada. El término “dispositivo”, derivado del latín dispono (disponer,colocar, distribuir, ordenar) (Mor,1970), tuvo diferentes usos y aplicaciones. En el campo de la teoría de las imágenes, el término se refiere a “todo aquello que, al interior o exterior de los márgenes de la imagen, contribuye a disponer el espacio de la imagen en sí y a organizar su relación con el espectador, configurando de algún modo la mirada” (Pinotti et al, 2016). De este modo, el dispositivo tiene una dimensión material-espacial (por ejemplo, al darle marco a las imágenes o crear márgenes) y al mismo tiempo una dimensión mental, vinculada a cómo recibimos las imágenes. Todo dispositivo entonces pone en juego un régimen lumínico, así como distribuye o programa el orden de los cuerpos, de las superficies y de las miradas.

En este juego, tal como sostiene Svetlana Alpers, todo museo es una forma de mirar y de crear objetos de interés visual (1991). En este caso, no se estaría creando un interés de cero sobre Malvinas, pero sí ampliando el enfoque: si existe una relación sentimental con las islas mediada por la Guerra de 1982, el “interés” a crear tiene que ver con darle una mayor profundidad al significado que Malvinas puede tener para la nación. No sólo en el tiempo (¿cuándo debe empezarse a contar la historia de las islas?), sino también en los sujetos involucrados. Así, se echa luz sobre documentos como los diarios íntimos de María Sáez de Vernet por ejemplo, una de las primeras mujeres argentinas en habitar las islas en 1829, y su cuñado, Emilio Vernet, hermano del gobernador Luis Vernet.

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Los diarios de María Sáez de Vernet y otros documentos, también gráficos, fueron editados en 2020, tras una larga investigación de Marcelo Vernet en este formato. “Por tratarse de un libro sobre y desde Malvinas, ha emergido en forma de archipiélago. Al igual que Malvinas, tiene dos grandes islas rodeadas de otras más pequeñas. Las une lo que las separa.” Malvinas, mi casa, (p.21)

El relato mínimo de la vida diaria se entremezcla con la Historia, en mayúscula, pues estos diarios se vuelven un documento para sustentar el reclamo por la soberanía argentina.

Lo épico y lo cotidiano se entremezlcan. Las islas se vuelven así no sólo un símbolo, sino un territorio con paisajes, colores, animales y asentamientos. Toman cuerpo. Malvinas se sigue construyendo simbólicamente pero también materialmente a partir de esta trama densa de imágenes, relatos y evocaciones. Si no podemos habitarlas, como ocurre con el resto del territorio, al menos podemos re-conocerlas.

En 2022, el Museo inaugura una nueva sala, donde se monta una experiencia interactiva: “Pisar Malvinas”. Quizás sea esta la sala que exprese como corolario el intento de todo el Museo: la sensación de estar allí. Ya no sólo nos coloca como espectadores frente a imágenes de las islas: nos sumerge en ellas.

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Maqueta del Puerto Luis, detalle. Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

En esta sala, se dispone de una cantidad limitada de cascos de realidad virtual y se realiza una experiencia colectiva en un grupo reducido de menos de diez personas. Allí, con la compañía de tutores de la institución, primero se realiza un proceso de familiarización con la propia tecnología y luego se exploran algunas de las aristas que el Museo propone para pensar Malvinas. En primer lugar, se observa el paisaje, desconocido para la mayoría de los/as usuarios/as. Sin duda el Monte Longdon es la principal referencia geográfica, pero también existen otras vistas que exploramos con todo el cuerpo, desplazándonos en el espacio actual y virtual. La sensación de pisar ese territorio es vívida y al mismo tiempo emotiva. El orden de lo impensable se vuelve imaginable. Y los/as usuarios/as nos volvemos parte de la Historia del país de una manera muy potente. Una vez que transcurre esa primera inmersión, se nos presentan elementos modelados digitalmente, que responden a especímenes propios de las islas (por ejemplo, la fauna) o a restos que la ocupación argentina ha dejado en la isla (el calzado de un combatiente, por mencionar un caso).

 A todos estos elementos ya los vimos antes en las salas del Museo. Se establece así una continuidad entre lo actual y lo virtual,los objetos materiales y los digitales.A esta primera exploración, que nos invita a jugar con nuestras manos y a manipular los objetos digitales, se le suma una actividad interactiva a resolver colectivamente. Ante nuestros ojos, aparece una maqueta que representa el Puerto Luis, cuya batería fue inaugurada en la Isla Soledad en 1831, y donde residió el primer comandante de gobierno de las islas, Luis Vernet.

La maqueta física se encuentra en el Museo, y para su reconstrucción, tal como comenta Silvina Gutiérrez del Área de Investigación, se requirió un nivel de detalle muy preciso sobre las paredes, la disposición de los elementos, la fauna y flora, entre otras cosas, para que la gente sepa “qué se siente” estar en ese lugar. La experiencia digital amplía aquélla de la maqueta, a la que vemos pero no podemos tocar.

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Punto de ingreso a la experiencia virtual de la muestra “Pisar Malvinas”

El recorrido virtual es físico y geográfico así como temporal e histórico. De este modo, se juega con dos elementos: por un lado, entender y apuntalar uno de los ejes de la exposición permanente que es “por qué las Malvinas son argentinas”; y al mismo tiempo permitir la ilusión de viajar a ese territorio que le fue arrebatado a la nación. La experiencia es en un punto reparatoria. Los entornos inmersivos proponen un tipo de compromiso corporal muy particular: estamos en la imagen, y nuestras posibilidades allí son múltiples. Podemos movernos con mayor grado de libertad, sin seguir un recorrido lineal, experimentando con el espacio alrededor (Gutierrez De Angelis, 2022). Algo que no podemos hacer en el territorio malvinense, vedado. Esa sensación de presencia, en este caso, no es sólo un elemento para pensar la maravilla que permiten estas nuevas tecnologías, sino que tiene un sentido mucho más profundo y afectivo: vincularnos con un territorio.

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vista de la maqueta modelada digitalmente.

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Si bien los viajes de ilusión son antiguos, y existen múltiples dispositivos que cumplieron roles similares (por ejemplo, las vistas de ciudades y los panoramas del siglo XVIII y XIX); en este caso la presencia tiene un rol político. Sentir el lugar es un elemento más dentro de las estrategias necesarias para que la idea de “soberanía” no sea sólo parte de un ejercicio diplomático.
El cineasta francés Chris Marker en su famoso film Sans Soleil (1983) se preguntaba cómo recordaban las personas que no filmaban. Podemos ampliar: cómo recordar sin imágenes. Fue muy prolongado el vacío iconográfico que se extendió sobre las islas, por diversas razones: marcado por el ocultamiento, la manipulación, la repetición de las mismas (escasas) imágenes o el mero olvido. El Museo se puede pensar entonces como un catalejo, que desde lejos nos permite aproximarnos; y también como un prisma privilegiado que refracta todas las miradas posibles que podemos tener sobre las islas y corre el manto que las oculta.

Desde los antiguos mapas hasta la novedosa experiencia inmersiva digital, todas estas imágenes son una apuesta por producir soberanía pero también un lazo sensible con el archipiélago. Se conforma un archivo afectivo y se produce un acto de imaginación y memoria colectiva: qué hay en Malvinas, cómo son, por qué como sociedad nos conmueven tanto estas islas. Pero este acervo además se va constituyendo como un testimonio que da cuenta de la legitimidad del reclamo argentino por la soberanía, antes y después de la guerra. La producción visual no sólo es una manera de visualizar el conocimiento sobre este territorio y las arduas investigaciones, sino que es además una propuesta de viaje sentimental y político, que busca persuadir y conmover a un paseante que quizás nunca viaje a Malvinas pero no por ello dejará de quererlas; un paseante que podrá establecer una relación emocional profunda con las islas, como si estuviera ahí. Las verá con los ojos del corazón. Y desde allí, se enarbolará su reclamo soberano.

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Bibliografía

Alpers, Svetlana. «The Museum As a Way of Seeing». En Exhibiting Cultures: The Poetics and Politics of Museum Display, editado por Ivan Karp y Steven Lavine, 25-32. Washington D.C.: Smithsonian Institution Press, 1991.

Gutiérrez De Angelis, Marina. «Antropología Visual y Realidad Virtual: De la pantalla a la inmersión». E-imagen.Revista 2.0 Estudios de la imagen., 20 de diciembre de 2022. https://www.e-imagen.net/antropologia-visual-y-realidad-virtual/.

Mor, José María, ed. «dispono, -posui, -positum». En Diccionario Ilustrado Latino-Español Spes, 145. Barcelona: Biblograf Departamento Editorial, 1970.

Pinotti, Andrea, y Antonio Somaini. Cultura visuale. Immagini, sguardi, media , dispositivi. Torino: Piccola Biblioteca Einaudi, 2016.

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